-Aquel náufrago llevaba ya seis meses en una isla.
Cierto día ¡oh sorpresa!, una preciosa rubia llegó remando en un bote de goma.
"También mi barco naufragó -le cuenta-. ¡Llevo dos años viviendo en esta isla".
Dice el hombre: "¡Qué suerte tuviste de conservar ese bote!"
"No lo conservé -responde la muchacha-.
Yo misma lo hice con goma que obtuve de los árboles".
El sujeto se asombra, y más cuando la rubia lo llevó a su casa,
hecha por ella con elementos naturales, y le ofreció un whisky.
"También lo elaboro yo misma -dice- en una destilería que hice con mis propias manos".
Enseguida la rubia se disculpa. "Voy a ponerme cómoda" -dice a su visitante.
Apareció a poco cubierta sólo por una tela transparente.
"Yo misma la tejí -dice a su visitante- en un telar que construí aprovechando materiales de la isla".
La hermosa chica se sienta al lado del hombre,
le pone una mano en la rodilla y le dice con sugestiva voz:
"Estoy segura de que hay algo que te gustaría hacer; algo que has deseado todos estos meses;
algo en que seguramente has pensado mucho en tus días y noches de soledad".
El tipo traga saliva y le dice lleno de excitación:
"¡No me digas que tienes algo donde puedo revisar mi e-mail!"...
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